Creo que he estado bastante melancolica, y es que en este fragmento esta plasmado lo que siento, lo que creo y lo que vivo.

Espero no los haga llorar esta historia tipo Romeo & Julieta, pero estaba hace mucho en carpeta como argumento, pero no me decidia a escribirla, por lo dolorosa que es, porque al escribir saca los sentimientos mas crueles que podemos tener los humanos, los sentimientos mas irientes que podemos tener, los recuerdos mas dolorosos.

Bien no me extiendo más, que lo disfruten

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Es tan increíble como la gente pasa por nuestras vidas, muchas veces siendo una carga y otras siendo nuestro soporte, en muchas ocasiones no tenemos el poder, ni la valentía, ni aun la fortaleza, para decirle, quédate conmigo o prométeme que no me dejaras solo y es mas cobarde aun de nuestra parte, no hacerle saber los sentimientos que nos embriagan, solo por el error de creer que porque no lo veremos ya no estará en nuestras vida. Si el amar es un castigo, ten por seguro amiga mía, que yo lo estoy pagando cada uno de mis errores, solo con el hecho de amarte, porque te alejé de mi vida, porque ya no podrás siquiera regalarme una de tus incesantes pucheros y sonrisas que tanta alegría me daban, porque solo tengo una lapida vacía, un cuerpo vano, al que le hablo con desprecio, al que sin saberlo le reclamo mis ataduras a él – el joven no dejaba de hablar, no dejaba de pensar, repaso sus recuerdos y la visualizó mientras le arrojaba un beso y se alejaba, él lento siguió sus pasos, miraba su contorneada figura, mientras que una nube melancólica se posaba sobre ella, poco a poco se posó sobre sus pasos, ella detuvo su camino y se aferro a la muralla, lagrimas recorrieron sus mejillas – no me quiero ir – esas palabras se escucharon de su boca como grito agónico, el joven quedó paralizado, como estatua despojada de vida, mientras escuchaba sus sollozos, la vio avanzar escaleras arriba hasta salir al techo de la facultad, se quedó unos momentos pensando si era un buen instante robarle la sabia de sus labios, retrocedió unas cuantas pisadas para tomar valor, aquel valor cobarde como lo llamase su amiga, empujó la puerta que lo separaba de la azotea, miró a ambos lados y se encontró con el vacío, quiso seguir su instinto y la llamo bajo – amiga… ¿Estas?- no alcanzó su débil instinto para predecir los duros movimientos, ver como saltaba desde la baranda y el cuerpo caía pesado.