5 de mayo de 2009

4 Ángeles, 2° parte

Con cariño... Anngel
Un tanto confundida por mis pensamientos, me dirigí a ventana ahí donde de vez en cuando nos sentábamos a admirar la luna, mientras hablamos de lo que nos había ocurrido durante el día. En una de esas noches, con mi carita de minina consentida, les rogué que nos fuéramos a viajar en el auto durante las vacaciones de invierno, Marcos asintió con la sonrisa clavada en su rostro, pues solo hace unos días le habían otorgado su licencia de conducir y con muchos esfuerzos y el ahorro de casi 8 años de trabajo, adquirió un pequeño automóvil, de segunda mano, pero se sentía orgulloso de su carruaje, como lo llamaba desde que lo vio. Mateo por su parte no encontró mejor oportunidad de probar sus nuevas carpas portátiles, que se armaban en tan solo un segundo, si tirabas de una cuerda, que dichoso problema era desarmarlas, pero se prometió que antes de empezar las vacaciones las tendría lista y con el problemilla del desarme corregido. Diego, solo suspiró para que riéramos, al fin y al cabo todos sabíamos que su equipaje seria unos 15 libros que dejaría en bolso, para leerlos diariamente en esas dos semanas. Felipe, el se mostró escéptico frente a la idea, sentía un gran respeto a la carretera, tal vez no quise ver su preocupación y ahora se que tenía mucha razón en lo que nos dijo esa noche.

- No creo que sea una buena idea, al menos en esta época…
- Vamos Ipe, no seas malo ¿Nos acompañarás? – dije con cara tierna
- ¿Por qué no es buena idea hermanito? – Con un poco de seriedad pregunto Marcos
- Bueno porque…
- Inventaré algo que nos sabe a todos en caso de algún accidente – Interrumpió Mateo

Reímos todos al unísono, el siempre tan ocurrente; besé la frente de mi temeroso hermano y platónico amor – Descuida mientras estemos los 5 juntos, no nos pasará nada malo. Luego cada uno se fue a dormir.

Dios, me siento tan sola y culpable sin ellos – una gota se deslizó por mejilla, la luna resplandecía tan imponente en el cielo, cuando calló dormida en el marco de la ventana. A la mañana siguiente una voz conocida la despertó con suaves caricias.

- No dejaras nunca de ser una pequeña marmota dormilona – Un joven de estatura mediana acariciaba su cabeza.
- No, un ratito mas, anoche no dejaba de pensar en ustedes…- se revolvió bajo las brazadas que la había cobijado en el marco de la ventana.
- No se porque razón lo sabia…- Otro joven de ojos claros hablo desde la cama.
- Lo mas probable es que ya nos haya olvidado – desde la puerta gruño un tercer muchacho de pelo claro
- Tiene problema de memoria – miró de soslayo el ultimo que estaba cerca de la computadora con un libro en la mano…
- Ustedes – La joven se levantó bruscamente y vio el cuadro completo – no puede ser…

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