4 de febrero de 2009

La Lluvia

Hola amigos:


Aca va la ultima parte, espero les guste y que no maten.


Saludos a todos y eso, espero criticas... CONSTRUCTIVAS...


Anngel

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No lo podía creer, el destino los juntaba y hasta los hacia vivir juntos unas ves mas – ¿Quieres algo de comer?- Pregunto Diego a su ex amiga y actual ¿Qué?– Si, amor gracias... Podríamos por lo menos haber comprado un pequeño arbolito... - El joven le entregó un emparedado, la replica a su pregunta no se hizo esperar – Creo que los chicos guardan uno en el ático, podríamos ir a ver – Bien vamos; se dirigieron a las sombrías escaleras que daban al ático, subieron sigilosamente y abrieron la puerta, para encontrarse un árbol, que se posaba a lado de la ventana, que daba hacia la calle- pero que lindos adornos – exclamó la joven, al abrir una caja que se encontraba al costado, tierna mente se dirigió a Diego diciendo – ¿Me ayudas con esto? - el joven prácticamente embobado con la postura, que para el era excepcional; mucho tiempo atrás la miraba con ojos de lobo, cuando reía de ese modo, su ansiedad se resolvería, solo si volvía a poseer esos labios, pero como con eso que paso hace años, como volver a decirle que era el mejor regalo de navidad que ella estuviese ahí...- Luz... - en menos de 5 minutos ya estaba montado el árbol en la sala y los adornos por toda la casa, hicieron una cena rápida, mientras se obsequiaban una miradas, cargada de palabras que no encontraban mejor que dejarla al olvido, para luego volver a sentir efecto y volver a desaparecer. La cena fue en silencio, entre nuevos sonrojos y mariposas que se escapaban por sus bocas, pero es mejor que nos remontemos a hace 4 años, de la fría Ciudad de Puerto Mont al caluroso verano en Santiago, pues ni ellos mismo lo sabían con precisión, uno había llegado y la otra no estaba, la otra había llegado y el no estaba, ¿Acaso fue todo una confusión? o ¿se habían atado las cosas en pos de que ellos se reencontraron hoy?

– Aun espero un explicación – se decidió a hablar luego de un largo he incomodo silencio.
– ¿De que hablas?, soy yo quien debería pedir un explicación a lo que paso, te esperé, una llamada no hubiera sido mala o si?
– ¿Qué?, te llamé mil y una vez y tu teléfono estaba a apagado...
– Dime la verdad no q
uerías verme, verdad...
– Ese día te pediría matrimonio, ¿Como no te iba a querer ver?
– ¿Matrimonio?, como es posible si la noche anterior casi nos habíamos sacado los ojos
– ¿Escuche mal?, ¿nos habíamos?, si te invite a ese restorán fue para darte el bendito anillo, pero no conté con ellos se aparecerían a.C. a arruinar todo lo que yo había armado, para los dos
– Te equivocas, a mi no me importaba, yo de todas formas me hubiera ido a China si lo sugirieras- se levanto derrotada y digno sus pasos a las escaleras – ya de todas formas da igual, a pasado tanto tiempo que dudo mucho que exista algo de lo que hubo entre ambos – sentencio dando la espalda al joven que la miraba atónito por sus duras palabras, se paró rápido tomándole el brazo bruscamente, lo que hizo que de los labios de la joven salieran pequeños gemidos de dolor.
– No seas tonta, ¿tú crees que si se hubiera apagado lo que sentía te hubiera besado esta tarde antes de llegar?
– Me haces daño- le suplico con los ojos vidriosos, esto le ardía una ves en el pecho, sus caminos se habían separado, por su parte ella había intentado recuperar sus vida, después de la ruptura después de la dichosa cena que había sido un desastre, en su memoria se dibujaron los momentos críticos.

Sentada mirando los ojos de su querido amor desde el otro lado de la mesa redonda, del restorán mas lindo de la cuidad a donde se encantaban, jugaba con la copa en sus manos bebiendo un delicado vino de una cosecha antigua, que se sentía dulce y suave en su boca.

– Es preciosa la vista al mar, la luna se refleja tan bella en el oleaje...
– Ten por seguro que no es mas bella que tu...
– Buenas noches – una voz indeseablemente conocida se escucho tras su mesa
– ¿Interrumpimos? - otras voz igualmente desagradable retumbo en lo oídos de la joven pareja
Eran ellos, los que ele habían hecho su ultimo año de media y el primer año de universidad un desastre, arruinando trabajos, haciendo correr rumores de lesbianismo y otra sarta de barbaries en su contra, ¿Que maldición les había hecho para que no la y en el ultimo tiempo, no los dejaran tranquilos siquiera en una cena a Km. de Santiago?, solo había una respuesta. Los gemelos Rodríguez, se habían criado solo con su madre y sus abuelos, eran muy inteligentes, tanto la niña, con sus habilidades innatas en las artes, canto y baile; y el joven hábil deportista y excelente estudiante de matemáticas y lenguas, por asares de la vida fueron a dar a la misma universidad que nosotros y desde ahí comenzaron los problemas, Diego rechazo a Melisa y por mi parte jamás di esperanza alguna a David…

- Luz, podemos irnos si quieres amor
- No Diego no es necesario, de todas maneras ya casi acabamos, terminemos nuestra cena
- De acuerdo – Llamo a un mozo para que trajera copas y el champaña, el anillo de compromiso estaría en la copa – Espero que esta sea la mejor velada de tu vida…
- Lo es… Amor iré al tocador, brindemos una vez que vuelva… - Se puso de pie delicadamente y con paso felino se dirigió a una de las esquinas del lugar donde el mozo le mostró la puerta que le servia, al volver no había nadie en la mesa que hace unos minutos atrás compartía con su novio.
- Pero que ha pasado aquí, Melisa que hicieron esta vez
- Nada Luciernaguita, tu queridísimo se fue de la mano de otra chica solo eso
- Maldita – Tomó su celular y llamo a Diego, su celular sonaba apagado, donde se había metido, salio del local y ya no estaba, ni su sombra, mañana se iría…

Le joven desesperado me movió de lado a lado del pequeño living donde hablaban.
- Maldición, si solo hubieras creído en mi y no te hubieras marchado, tal vez hoy estaríamos juntos…
- No lo hubiéramos estados de todas formas, esa noche yo me iría lejos a estudiar
- Solo he vuelto hace un par de meses
- ¿Ya las cosas no se pueden cambiar?
- Que sacaríamos… Reabrir heridas… Dudas… Yo no quiero vivir así – decía la joven con los ojos empapados, tal vez deseaba más que nadie que volvieran a ser uno, como en aquellos tiempos lo habían sido, pero las incertidumbres tenían demasiado fundamento para ella.

El Joven tomo su chaqueta nuevamente y salio de la casa; con rostro triste cargo con su pena mientras comenzaban a caer lagrimas dulces del cielo.

Luz – Dijo entrando rápido por la puerta principal, ya eran casi las 9 de la mañana, era navidad. Sus cavilaciones lo habían dirigido a vagar toda la noche, por las frías y mojadas calles de la ciudad, hasta que lo había decidió, el conseguir que estuvieran una vez mas juntos, intentarlo y ser nuevamente esa dispareja y alegre que siempre los caracterizo, subió lento las escaleras tratando de no despertar las almas que habitaban la casa, algo en la puerta del costado de la suya le indicaba que algo andaba mal, pero no dejó que su intuición lo guiara, con miedo abrió la puerta y se encontró con que estaba vacía, la cama desecha, el closet lleno de soledad y una nota sobre el desolado colchón.

“ADIOS”


Las lágrimas y la desesperación entraron sin golpear la puerta, sus pasos fueron dirigidos corriendo a la central de buses, donde la encontró mirando el cielo que comenzaba a llover.

- ¿Te ibas sin despedirte?
- …
- Nuevamente
- Y si haces como que nunca nos encontramos y vuelves a tu vida habitual
- Una vez dejé que te fueras lejos, no cometeré el mismo error una 2 vez…

Se lanzó a sus brazos si pensar nada, solo acaricio sus manos, el joven saco de su bolsillo una pequeña caja de color rojo, con cintas verdes, estaba magullada, probablemente el tiempo la dejo en ese estado, el tiempo, mientras rodó por la soledad y el olvido. Puesto la frágil joya en sus manos, rodaron bajo la lluvia tomados de la mano, era un día triste, pero feliz para ellos su primera navidad juntos.

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