18 de enero de 2009

Hechos

Aqui les va la entrega del 2º cuento...


Espero les guste...


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La Navidad del Recuerdo.



Ya nos vamos, recuerda, cuando te vallas deja la reja abierta para el nuevo inquilino – Dijo una voz dulce al cerrar la puerta de la habitación de un joven, quien aunque ya era tarde estaba tapado hasta la cabeza con las frasadas. Era sábado y pese a que afuera estaba helado, por la época invernal, las fiestas y salidas eran recurrentes para el, mas aun después de no tener relación formal alguna desde hace ya un par de años. Llovía, pero aquel día tendría que trabajar en la tarde. Vivía con un amigo y su novia desde un par de meses y la verdad no era incomodo, se sentía libre, tenia su carrera que ya solo faltaba un año para terminar, un trabajo que era cómodo en horarios y con buena paga. Mejor desde ahora no tendré que encargarme de todo el aseo de la casa – pensó mientras sacaba la cabeza por un costado de los cobertores vio el cielo y sintió nostalgia se acercaban las fechas de navidad y no podría estar con su familia, no podría viajar a Santiago, sus amigos la pasarían juntos y el tocando el violín, bueno no se podía hacer más. Tomó sus cosas y se fue a trabajar.


Aun andaba media perdida llevaba solo unas cuantas horas horas en la ciudad, era mas que un cambio radical de Santiago a Puerto Montt, del eterno calor en verano, al eterno frío a un paso de la congelada antártica si podía se arrancaría a dar una vuelta – miro las vitrinas de los pocos locales del centro del la cuidad ya se veían los primeros adornos de los arboles, se sintió triste, no estaría con su familia, pero habían sacrificios que se debían hacer, tenia que estudiar y le habían ofrecido un trabajo solo si se iba en esa época, previa a las fiestas a la ciudad. Una amiga le había rentado un cuarto en una casa donde vivía con su novio y otro joven, así que solo iba a pasar a buscar algunas cosas que le hacían falta, para luego dirigirse a su nueva casa... o ¿seria hogar?; ya que mas daba, si solo una carta de sus amigos en Santiago era su consuelo, recordó que su amiga se iría por los días de navidad a su casa en la capital y su novio haría lo mismo, asi que la pasaría sola, unas películas y papas fritas no seria mala idea. Llegó a su nueva casa, la reja estaba abierta como le habían dicho cuando hablo por teléfono desde Santiago y las llaves se las habían enviado por correo certificado, entró tiro la chaqueta a un sillón y subió las escaleras según las indicaciones, su habitación era la 2º puerta a la izquierda, la única color rosa, no había donde perderse, antes de entrar colgó su identificación en la puerta para sentirse mas en casa. Una gran cama se ubicaba en el centro de la habitación un closet y una segunda puerta que daba a su baño personal, decidió desempacar y darse una ducha, para después acostarse y dormir, hasta el otro día, pues ya era tarde y no tenia ganas de nada.


Que día!- magullo el joven al entrar a la casa, se fijo en una chaqueta que se había caído del sofá, pasó si mayor importancia a la cocina, Javier se fue a Santiago a pasar la pascua con su familia, Lia hizo lo mismo y el encerrado en la casa con un desconocido, serian unas tristes navidades; puso el pan en su boca y se fue a su habitación – Que lindo, al menos le gusta la animación japonesa- entro y apago las luces.


Una linda mañana se dibujaba entre el monte, un grito despertó al joven, una voz que considero conocida, pero no pertenecía a Lía, era extraño pues el inquilino era hombre o ¿no?, cuando salio de la habitación ya no había nadie y la chaqueta que estaba botada en la sala ya no estaba, en todo caso ya debía irse a trabajar, tenia turno de mañana y no quería llegar tarde.

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